lunes, 13 de febrero de 2012


Mondoñedo, Bolivar y Don Fermin por la Puerta Grande

Por javierbaquerojaba el 6 de Febrero 2012 7:07 AM
Redacción: Javier Baquero - Jaba

Bogotá - Colombia. Con menos de medio aforo en los tendidos  y en tarde que se dividió entre sol y lluvia asistimos a la corrida de la temporada capitalina en la que se daban cita tres toreros nacionales y la ganadería más antigua de Colombia. Puerta grande para el diestro Luis Bolívar y para tres generaciones de ganaderos de la familia Sanz de Santamaría. Ramsés y Naranjo decorosos con el bravo encierro.
Se corrió un encierro de bravo, encastado, con mucho trapío y sobre todo edad, en especial en dos de sus representantes. Los astados en su totalidad fueron aplaudidos al momento de saltar al ruedo y voces de ganadero, ganadero, Mondoñedo, Mondoñedo, se repitieron durante toda la tarde. El público valoró el encierro en conjunto, fueron bravos y con las complicaciones propias de una corrida con peso y edad.

La terna la conformaron el bogotano Ramsés, el caleño Luis Bolívar y manizalita Santiago Naranjo.

El cabeza de cartel, Ramsés, en su primero se vio atropellado con el capote y echando el pie atrás en cada lance, sobre todo con las embestidas por el pitón izquierdo. Con la muleta las cosas no mejoraron. No hubo acople, el bogotano no se acomodó a las embestidas del Mondoñedo. Su oponente tuvo buenos inicios pero su recorrido al tomar los engaños era muy corto y eso descolocaba repetidamente al diestro nacional. El toro fue complejo y no hubo comprensión para la lidia. La espada que dejo tendida y el burel escucho palmas en el arrastre.

Con el cuarto Ramses, bajo un fuerte aguacero hecho el pie atrás con el capote mostrándose descompuesto frente a un toro corto en sus embestidas. Con la flámula roja inicio por doblones muy toreros cerca a las tablas. Sus deseos lo llevaron a ejecutar una faena entonada en tandas no muy largas pero siempre buscando sacar el mejor provecho de lo planteado por el burel.  Hubo muletazos largos y lentos, de buena factura y proyección, relajados y de mano baja, sin embargo, en el tendido se escucharon algunas voces de toro, toro, mientras el ejemplar de Mondoñedo reculaba y buscaba el refugio de los tableros. La espada fue dejada por bogotano en un descuido del astado que estaba empecinado en complicar la suerte suprema. Hubo división de opiniones. Se escucho un aviso, el toro recibió una vuelta al ruedo y el palco no entrego una oreja que algún sector de la plaza estaba solicitando

Luis Bolívar, el diestro colombiano más importante del momento en suelos extranjeros y de magnifica temporada colombiana llegó a la capital deseoso de encontrar el camino al triunfo y a fé que lo consiguió. Con el segundo de la tarde, primero de su lote la capa dio buena muestra de los deseos plasmados en buenos lances. Destacándose las chicuelinas que ejecuto luego de la vara. El toro buscaba huir de los engaños, aculándose a tablas y Bolívar tuvo el merito de sujetarlo en la pañosa, dejándole el engaño siempre en la cara para poder hilar una faena llena de técnica. La suavidad ocupo un lugar importante en las tandas de Luis.

Con el quinto de la tarde el capote de Bolívar tuvo mucho merito. Fue una lidia mostrando el camino al que nunca había envestido. El capote a la cara con mando fue fundamental. Con la muleta posada sobre su cabeza el diestro colombiano realizo la talidad de su faena, faena que mantuvo niveles altos de técnica la someter a su mando al bonito toro de Mondoñedo. Le dio distancia, lo cito de largo y lo embargo en muletazos profundos largos y suaves. Por el pitón izquierdo el resultado no fue el mismo, pero se dejo constancia de la prueba del mismo. El toro humillo una barbaridad y la pañosa le mostró el camino para creara una buena faena.   El toro se vino a menos y la faena se fue diluyendo de uno en uno por que el astado ya no acudía con la misma presteza y adicionalmente se fue tornado caminador. Bolívar mató de estocada certera y una nueva oreja lo acompaño por el albero y con esta la llave de la puerta de la calle 27.

El más joven de la terna fue el manizalita Santiago naranjo, que había debutado el año anterior en la capital y que deseaba salir triunfante del primer coso del país, desafortunadamente las cosas no le salieron así. En su primero con el capote las cosas empezaron mal, el toro echaba las manos por delante y la cabeza arriba dificultando el quehacer del caldense.  Con la pañosa no hubo acople, de uno en una las cosas no salieron como se quisiera, ganas hubo pero no alcanzó para redondear la faena. La espada tampoco colaboro.

Con el toro del cierre Naranjo se encontró con un toro débil de sus remos delanteros desde el mismo momento en que salió al ruedo. El toro era enrazado pero no trasmitía la emoción de algunos de sus hermanos, Naranjo hizo las cosas bien pero no se llegó al clímax de los deseos del manizalita. Sin embargo dejó una muy buen impresión dentro del exigente público bogotano. Las condiciones del toro privaron si lugar a dudas a naranjo del corte de por lo menos una oreja. Hubo ganas, deseos de agradar e intenciones de salvar la papeleta.

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