viernes, 2 de diciembre de 2011


Las primeras elecciones democráticas en la comarca de A Mariña

Antonio Muñoz
 
20/11/2011
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Imagínese el lector ante cualquier iglesia de A Mariña. Pero no hoy, sino un domingo de invierno de 1810 a la hora del vermú. Y esté atento, porque en sitio tan peculiar va a ser testigo de un hecho histórico: las primeras elecciones celebradas en estas tierras. Antes de abrir la votación, el cura está lanzando un mitin que los parroquianos se saben de memoria. Y es que, desde que España está ocupada por Napoleón, las clases populares se han acostumbrado a que la casta dirigente, que antes les ignoraba por completo, ahora esté un día sí y otro también exhortándoles a trabajar unidos para salvar la patria en peligro.
La élite social arde en deseos de ver reinstaurado el orden absolutista. Pero primero hay que echar a los franceses, y eso sólo es posible con la participación de la plebe. Además, en el colmo de las contradicciones que vive la nación en este tiempo revuelto, una parte de los patriotas se ha contagiado de los mismos principios de libertad, igualdad y fraternidad que traen en sus estandartes las tropas napoleónicas a las que se quiere expulsar.
Es este espíritu el que anima a la Junta Suprema que gobierna el país en ausencia del rey Fernando VII, retenido en Francia, y es ella la que ha decidido convocar unas Cortes en Cádiz que han de redactar la primera Constitución de España.
Dos diputados
En enero de 1810 la Junta Suprema remitió a las capitales de provincia no ocupadas por los franceses las instrucciones para la organización de las elecciones. Cada diputado representaría a 50.000 personas. España suma poco más de diez millones de habitantes, de manera que la asamblea de Cádiz tendrá 208 diputados. A Galicia, con 1.150.000 habitantes, le corresponde elegir veintitrés, de ellos dos por la provincia de Mondoñedo. En este territorio, que viene a coincidir más o menos con la actual comarca de A Mariña, votarán y serán elegibles sus 18.000 varones mayores de 25 años. Los regidores mindonienses proceden entonces a organizar la provincia en seis distritos electorales homogéneos: Mondoñedo, Bretoña-Reigosa, Ribadeo, Viveiro, Galdo y Valadouro, cada uno con cerca de 3000 votantes.
Santa María Maior, aquí se celebraron las primeras elecciones.
La primera fase de las elecciones se desarrolla en cada una de las iglesias parroquiales de la provincia de Mondoñedo entre finales de febrero y comienzos de marzo. Tras la misa al Espíritu Santo y la arenga patriótica del cura, los votantes se acercan uno por uno a la mesa de la presidencia y de viva voz nombran a un vecino de su elección. Acabada la votación, se lee el nombre de las doce personas que más votos recibieron. El siguiente paso lo vemos a través del acta de una de estas elecciones parroquiales conservada en el Archivo Municipal de Mondoñedo: ?en el atrio de Santa María Mayor siendo las doce y media de hoy primero de marzo de 1810, en presencia del juez pedáneo, del señor cura párroco y de mí, escribano, aparecieron Bernardo Rodríguez, Silvestre Muiño, Rafael Gavín, Manuel da Braña, Javier Gruñeiro, José Leivas, José Moirón, José Lozano, Victorio Rodríguez, José Otero, Juan Prado, Tomás Bouso, que son los doce electores que acaban de nombrar los vecinos y dijeron: que a consecuencia de la citada elección, habían tratado y conferenciado cuanto hallaron por conveniente y nombran a Juan Andrés Rodríguez Acevo, de esta parroquia, al que le confieren el poder y facultades para que por sí y en nombre de toda la parroquia pueda concurrir a la ciudad de Mondoñedo? para participar en la segunda etapa de las elecciones. El resultado de la primera fase de la votación en algunas parroquias del distrito mindoniense fue el siguiente:
Mondoñedo ciudad: Enrique Posada, su regidor
Masma: Pedro Ramos
Villamor: Pedro Méndez
Santa María Maior: Juan A. Rodríguez Acevo
Lindín: Jose Francisco de Leivas
Argomoso: Antonio do Muíño
Vilanova de Lourenzá: Benito Montouto
San Xurxo: José de Sea
Santo Tomé: Francisco Luna y Quiroga, cura de ella
Santo Adrao: Joaquín López, cura de ella.
Tras elegir a su representante, los parroquianos pasan la tarde disfrutando de la fiesta sufragada por las autoridades. Para ellos, la participación en las elecciones ha concluido. Quién sabe si alguna vez oirán siquiera los nombres de Antonio Abadín Guerra y Antonio Gil Lemos, quienes van a ser finalmente los elegidos, tras un complejo proceso, como los dos diputados de la provincia de Mondoñedo para las Cortes de Cádiz. Con los estándares actuales, las elecciones de 1810 no pueden considerarse democráticas. Fueron el fruto imperfecto de una época de transición, en la que lo viejo se resiste a morir y lo nuevo no acaba de nacer.
Pero tampoco hay duda de que aquellos mariñanos a los que dejamos bailando ante su iglesia parroquial fueron protagonistas del primer acto de un largo y tortuoso proceso histórico que dio lugar a nuestra actual democracia, cuyo mecanismo podemos engrasar hoy acudiendo al colegio electoral.
Antonio Muñoz. Archivero del Concello de Lourenzá.

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